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lunes, 18 de junio de 2012

EL AUTÉNTICO NO HACER NADA



"Pienso en lo que los demás dicen sobre mi escribir, sobre esa perdida de tiempo vaga, sin sentido y que siento que, como alguien una vez dijo: 'Aborrecían lo que se llama no hacer nada, porque no podían imaginarse que un hombre de espíritu no conoce en absoluto el no hacer nada porque no puede permitírselo en absoluto, ya que un hombre de espíritu vive precisamente con la mayor tensión y con el mayor interés cuando, por decirlo así, se abandona al no hacer nada, y lo aborrecían porque ellos no sabían qué hacer con su auténtico no hacer nada, porque en su no hacer nada realmente no pasaba nada, porque en verdad y en realidad no eran capaces en absoluto de pensar, por no hablar de desarrollar un proceso espiritual.'*
A cada quien de alguna manera le llega su tiempo, sin importar el antes o el después. Quizás a mi me llegue el mío junto con mis letras, quizás no, pero no puedo dejar de pensar las historias, los poemas, los personajes actuando y hablando en mi mente; no puedo dejar de lado lo que siento y plasmo y seguiré trabajando en ello aunque para los demás sea una absoluta y absurda pérdida de tiempo en la vida porque quizás todo este tiempo perdido alguna vez se transforme en glorias que soñé haber vivido, mientras estaba oculto o dormido."

*Thomas Bernard.

viernes, 15 de junio de 2012

EL SILENCIO DE LA MENTE




Es el silencio en la mente, Adelaida,
al que muy quedo tu ignorancia ruega
a escupir el veneno al que se entrega
el origen de tu alma enajenada.

Hoy criticas a aquél que no hace nada
condenándolo a tu terrible abismo
aquel, al que tú burlas con cinismo
pues de lodoestá tu alma alimentada.

¿A que se debe el odio que por mismo,
cuando en brazos de jóvenes te entregas,
aniquila en tus actos de erotismo? 

Si es el amor lo que en silencio ruegas
¿Porqué con ignorancia se revuelca
en tu boca sólo ávida monserga?



LA SEÑORITA ADELINA

       
          Hay vidas que son como los ríos, que poseen un caudal determinado y fluyen con continuidad hasta desembocar en mares, lagunas o incluso en otros ríos, pero también hay vidas que son como los lagos, a veces dulces, salados, salobres, que se crean de depresiones, de impactos, que permanecen tranquilos por fuera pero por dentro pueden ser tan turbios como los ríos, que son engañosos a pesar de parecer  inofensivos. Aunque hay admitir que siempre los hay tempestuosos y sucios, que dentro de sí solo tienen estiércol, basura, porquería. y así, como puedes ser esos lagos, como creemos que pueden ser los ríos, también son las vidas de algunos, que creen que como esas inmensidades de agua engañosa llegarán a fluir por presas, hacia jardines, para embellecerlos al nutrirlos y hacerlos florecer, opacando así  la profunda calma del inmenso lago. Gente que deja correrse en las calles, en las oficinas, las escuelas, en la vida... Con la misma intensidad, con la misma monotonía, pero empudreciéndolo todo inofensivamente.

          La señorita Adelina Garza tiene cuarenta y cuatro años. Hay quienes rumoran que en realidad es mayor, algunos que su edad es inventada, otros que pareciera de edad indefinida, pero lo cierto es que todos opinan, en mayoría, que tiene entre cuarenta y cinco y cincuenta y seis, aunque a decir verdad, por su aspecto, levanta demasiadas habladurías en el pueblo. Tanto buenas como malas, porque los que vivimos en el pueblo -y solo quien ha vivido en pueblos provincianos ha de comprenderlo- no decimos falsedades ni mentiras, pero tampoco todo lo que se rumora es cierto, pues un comentario se vuelve charla, una charla chisme y todo chisme tema de conversación -siempre y cuando el implicado esté ausente-, y eso lo sabe a muy bien la señorita Adelina, quien gusta de destruir a la gente que no está presente con sus amistades. Amistades que también son destruidas en sus ausencias, porque a la señorita Adelina no le importa qué tan allegado a ella sea uno, no. Escupir ponzoña y veneno, criticar a los demás y juzgarlos prejuiciosamente es su único deporte y que hacer favorito en la vida. Ella es auténtica porta voz de toda infamia surgida y voraz al despotricar por su boca todo el veneno que surge de su alma, eso sí, siempre anteponiendo por adelantado un "aquí entre nos" "aquí en confianza" o un "lo se de muy buena fuente" por lo que ella mejor que nadie es imagen viva de lo que relato y vivencia total de a lo que me refiero. 

De tez apiñonada y rostro simple cubierto por notorias pecas, ojos grandes y alegres, nariz afilada y boca grande, de labios gruesos sin forma, que pareciera un deforme elástico cuando está seria; chaparra -quizás de puntas alcance a medir 1.65-, cabello ondulado, rojizo, de risa escandalosa y exagerada y dentadura que deja ver con notariedad que le faltan las segundas premolares de la dentadura y cubiertos de frenos el resto de sus dientes, La señorita Adelina siempre viste de colores vistosos que, a pesar de la fuerza de su colorido y estampados de cada vestimenta, dejan notar su buen gusto, aunque cada prenda desentone con su pequeño y deforme cuerpo así como con su edad.

          La señorita Adelina siempre luce indefinida en su aspecto, por lo que no es raro que por ser indefinida su vida resulte sospechosa. Estudió Francés y se tituló de maestra de idiomas, quizás porque su capacidad intelectual no dio para otra cosa. No le gusta leer, tampoco escribir. Solo compra revistas y deduce lo que acontece por medio de las imágenes. Nunca tuvo novio. Y no porque no quisiera, si no porque a pesar de ser de supuesto abolengo es bastante desaliñada y soez para burlarse cínicamente de los demás, segura de que, si se mete en problemas, su hermano alcoholico en banca rota la defenderá. O su papá. Es por ello, tal vez, que los hombres le huyen, y a pesar de ello tuvo una vez un gran amor, ese hombre apuesto del que siempre estuvo enamorada y de que desde sus días de juventud hasta ahora, que él está casado, ha sido el único al que ella se ha entregado sin temor a las lamentaciones, sin importarle que él duerma en los brazos de otra, que tenga hijos, que no la ame y solo la busque cuando se alcoholiza. A ella eso no le importa, porque estar con él le recuerda que alguna vez hubo alegría en su triste pasado así como aún puede encender esa luz en su oscuro presente, y es que a ciencia cierta aunque pareciera que no y ella sea muy alegre y dicharachera ante los demás, la señorita Adelina no es feliz. Siempre ha odiado mirarse al espejo, desnuda, y contemplar su singular y funesta figura. Siempre ha deseado ser la esposa de un hombre de edad que la mantenga y le de una vida lujosa que siempre ha soñado aunque se presuma ser de la más alta sociedad. Detesta a los niños precisamente porque ella nunca podrá tenerlos. Habla mal de los demás y vive temerosa de lo que los demás puedan hablar de ella. Y, en efecto, nadie dice cosas buenas de ella pues es conocida como una solterona malhumorada y chismosa que se desfoga con hombres más jovenes que ella y que vive atormentada por aquel hombre que dejó tiempo atrás y que solo la engañó para despojarla de su virtud para entonces huir a casarse con otra. Es quizás que por ello la señorita Adelina no puede vivir en paz. No puede y no quiere que los demás vivan tranquilos, por eso juzga a quienes tienen todo aquello que ella quisiera, que ella anhela, sueña y desea. No acepta que su tiempo ya fue y que nunca regresará, por eso aún se viste como una jovencita de veinte, o treinta, o quince.

          Es tan comprensible toda la amargura que destila a pesar de quererla esconder bajo ropas vistosas, accesorios excesivos, risas escandalosas y habladurías de todos los demás... Porque dentro de tanto dolor, de tanta soledad, de tanta auto compasión, hay un infierno abrasador que al mismo tiempo la calcina y la motiva, como si cada día, cada hora, en cada aliento, la oportunidad que nunca llegó aún pudiera llegar... Por eso aún sueña con las mismas cosas que soñó cuando era adolescente... Por eso, a lo mejor, en esa edad, en ese tiempo, inconscientemente se estancó... porque a decir verdad  hay vidas que son como los ríos, que poseen un caudal determinado y fluyen con continuidad hasta desembocar en mares, lagunas o incluso en otros ríos, pero también hay vidas que son como los lagos, a veces dulces, salados, salobres, que se crean de depresiones, de impactos, que permanecen tranquilos por fuera pero por dentro pueden ser tan turbios como los ríos, que son engañosos a pesar de parecer  inofensivos y que se estancan permaneciendo en un solo lugar, embelleciendo aparentemente su entorno, aunque por dentro, contaminándose con el paso del tiempo, ya estén podridos.



ELLA TOMÓ UN TREN, VELOZ




Ella tomó un tren, veloz,
en los andenes bañados de ayer, huyó
hacia las las ciudades y los rascacielos que vio
fueron suficientes para comprender que ya no
se puede huír de esa forma tan cruel y tan vil, que no
puede uno ir por la vida así, sin sentir que ya
se ha perdido todo en una batalla letal
en la que los sueños y el amor son una bandera
en la que el odio y el rencor son la cusa de guerra
y que para vivir primero hay que dormir
y que al estar despierto hay que soñar y viajar
hacia el universo inmenso, azul oscuro, y mirar
todo un horizonte de luz que creímos dejar atras
cuando por buscar un sueño tomamos un tren
y decidimos nunca volver
(A escapar)
y ella no volverá por aquí.
Ella no está más aquí.
Y ella no volverá por aquí.
Se ha ido, se ha marchado,
a un lugar recóndito, lejano
donde no existen principio ni  fin.
Fin.

viernes, 8 de junio de 2012

ESTE QUE VES

I
Aunque al trato, lisonjero,
soy de esencia taciturna
y en la magia, que nocturna,
yo mis tedios exagero
tengo encanto aventurero,
mi presencia es impetuosa,
poseo un alma tumultuosa,
es mi mente la insoluble
y mi ego el que voluble
me sucumbe como diosa.

II
Inconforme con la vida,
de la vara soy medida.
Soy la esencia de las pomas
y la espina entre las rosas
infalible e inefable
es mi espíritu mutable
Mis días son de liviandades
y mis noches de holocausto
Es mi ardor un arrebato,
un sin fin de vanidades.



miércoles, 6 de junio de 2012

LAS BESTIAS DEL CIRCO


          Extrañamente suele pasar que, en las pequeñas ciudades como ésta en la que vivo, aunque algunos vivan la vida de manera rápida al día a día, aún pensando en que otros desperdician la suya contemplando las de los demás, precisamente así, viviendo de manera tranquila, observando, uno descubre que aunque los grupos sociales e incluso los partidos políticos parecieran -por no decir que en realidad lo son- una pantomima, las clases sociales son otro tipo de representaciones, principalmente la clase alta, esa a la que la mayoría de los pobres y clasemedieros desean permanecer para verse de la misma manera, pensar de la misma manera, actuar de la misma manera, sin darse cuenta de que está desbordantemente llena de disfraces, de máscaras, de números a actuar, pero lejos está de ser un drama, una comedia, una sátira, porque en sí la mayoría de esas personas parecieran ser personajes de lo que en realidad esa clase social es: un circo. Un malicioso y vicioso circo al que por entrar a disfrutar y ser parte de la función, algunos son capaces de lo que sea mientras que otros, que a la mirada de muchos de ellos no trabajamos, no hacemos nada y solo desperdiciamos nuestras vidas en tonterías -como el observar el absurdo de lo que son las suyas- solo nos limitamos a hacer de audiencia, a reírnos y a aplaudir, anonadados, durante la colorida función de la monserga de su idiosincrasia, manteniéndonos sólo al margen de simplemente ver, oír, mirar y escuchar, a observar quedamente para analizar, razonar y llegar a conclusiones que, en la mayoría de las veces, hacen brotar del aliento estruendosas carcajadas que terminan a la par que nos limpiamos las lagrimas que brotan de los ojos a causa de ellas.

Existe en pueblos como éste gente que promueve los buenos principios, las buenas maneras, y que acude a misa solo a criticar las acciones y vestimentas de los presentes, que tienen relaciones extra maritales y el vicio de mentir, engañar y destruir con su vertiginosa y letal lengua. Viudas serranas que lo resisten absolutamente todo y asesinan lentamente a sus maridos con el único fin de poseer lo que ni a él le costó; solteronas que critican a las prostitutas, a las mujeres infieles, a las ninfómanas, pero que por su apariencia a pesar de esperar eternamente a un hombre que voltee a mirarlas se acuestan con hombres casados al verse saciadas por las mismas ganas corporales que las ninfómanas, volviéndose las mujerzuelas de aquéllos infieles bajo los mismos actos de aquellas prostitutas a las que critican; Peluqueros que no eran nada, jamás han sido nada y Nunca serán nada más que los portavoces, el diario local de aquellas voces ponzoñosas que desean esparcir el veneno y lo enriquecen diariamente pagando no por su pésimo trabajo, si no por la información que les pueda dar; niñas con cara tersa y blanca, piel de ángel, que se venden al mejor postor en ciudades grandes, y que al perderse en la oscuridad de la prostitución  incluso fornican con sus propios parientes, quizás para que curiosamente así quede todo en familia; curas que tienen vínculos con el narcotráfico y practican la pederastía, que llegan a puestos altos a pesar de despreciar a los pobres y mantener vínculos con los de arriba, y todos -absolutamente todos-, señalando al que se encuentra frente a ellos acusándolo de ser lo que ellos mismos son. Pobres y clasemedieros -ya antes mencionados- hambrientos de pertenecer a esa sociedad cruel, ruin y voraz que se protege a sí misma y destruye al que no pertenezca a ella. Todos personajes absurdos, con máscaras, con disfraces y números ya ensayados o heredados. Personajes de circo que nunca se han mirado en un espejo ni han hecho conciencia de lo que son sus tristes vidas, que aún sueñan y anhelan pero hacen lo posible por borrar la evidencia de esos sueños juzgando a los demás, atacándolos y destruyéndolos con sus venenosas bocas en cada función.

Es increíble pero cierto: Existen tantas funciones cotidianas sobre lo que algunos hacen perteneciendo y lo que otros son capaces de hacer por pertenecer... que resulta hasta más absurdo y cómico que los mismos actos circenses que irónicamente la gente de ésta pequeña ciudad con mentalidad cerrada acude al circo cada vez que una carpa se tiende por aquí, sin darse cuenta que con simplemente echar un ojo al rededor hay tanto que disfrutar, por lo que reírse, con bestias que no necesitan ser enjauladas  y amaestradas para el gozo popular pues las que abundan libremente por las calles y si uno se dedica a observar -como vecinos, repartidores, maestras, estilistas, curas, cocineras, estudiantes, amas de casa-  resultan ser individuos incluso más salvajes que esas bestias enjauladas y hambrientas pues viven y destruyen a otros en su propio hábitat, pero toda esa faena, toda esa matanza de unos a otros sin mirarse antes en un espejo, esas maliciosas bestias de circo, son solo protagonistas de todos aquellos pequeños sucesos miserables de la vida que son más notorios viviendo la vida en la provincia.