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miércoles, 2 de febrero de 2011

UN MUNDO COSTOSO QUE -SEGUN LOS CHICOS DE 19- ES CARÍSIMO.


Hay un mundo mejor pero es carísimo. Cuando oí decir eso a un chico de 19 años no pude evitar el preguntarme en qué mundo vivimos que vale tan poca cosa. ¿Cuál es ese mundo mejor que es carísimo? ¿Cuál es el mundo ideal de los adolescentes de 19?

Alguna vez tuve 19 y fui adolescente. Debo confesar que en aquél entonces, al igual que todos los jóvenes de esa edad, estaba inconforme con el mundo. Inconforme con tener que uniformarme para tomar la primera clase a las 7 de la mañana. Inconforme por querer beber, fumar e ir a fiestas y que mis padres, católicos de corazón y por convicción, se opusieran por temor a que me descarriara y fuera la comidilla de sus amistades. Debo confesar que, a los 19, para mí no había un mundo mejor si no un mundo ideal lleno de irresponsabilidades, con dinero suficiente para subsistir, para viajar. Quizás esos ideales se deban a que soy un escorpión y a que nací en el año del caballo, que de por sí es descarriado y busca escapar lejos… Me detuve ahí: en lo lejos. La juventud actual quiere llegar lejos. Lejos y de modo hedonista y a su conveniencia, pero eso no es posible en este mundo, el que no es mejor ni peor pero que si inspira a los adolescentes de hoy en día a querer un mundo mejor, el cual, si los que estamos cercanos a los 30 y los que ya pasan de ellos, lo analizamos, es un mundo materialista el cual nuestros padres –e incluso los de esos escuincles de 19- siempre se han rehusado a ofrecer –en la mayoría de los casos.

Con el surgimiento del apogeo del mundo cibernético, la juventud está menos confusa pero al mismo tiempo se han vuelto más fríos y materialistas debido al futuro incierto que a ellos no les importa a no ser por la tecnología. Los de 19 buscan el mundo mejor, ese mundo lleno de ropas de diseñador, juegos, aparatos electrónicos y demás cosas con valores asombrosos, ya sea por presuntuosos o porque es una forma de calmar su ansiedad. No hay joven que no quiera un Ipod con todas sus funciones aunque no las utilice y que solo desea ponerse ropa de diseñador porque de otra manera parecería pordioseros. Esos jóvenes existen! Sus amistades son cibernéticas. Es más, hasta los psiquiatras y los psicólogos peligran pues su trabajo poca falta les hace a esos chicos que encuentran alivio y descargan todos sus miedos, felicidades y confusiones frente a un monitor carísimo que los demás les envidian. La verdad es que no se como explicarlo, pero la tecnología está haciendo que los humanos, sin necesidad de un chip, nos estemos volviendo robots… Y vuelvo a meditar el comentario: “Hay un mundo mejor pero es carísimo”… Ya de por si el mundo es caro… y me atrevo a asegurar que los jóvenes de hoy en día disfrazan sus palabras para no decir: Solo deseo lo que cuesta demasiado dinero y nadie más pueda tener, y si me preguntan si a caso yo no pienso así, juro por lo más costoso que poseo que no es así y nunca ha sido así. En mis tiempos no se veían semejantes cosas.

Aún existimos a quienes las cosas materiales se nos hacen una minundencia y aunque siempre han existido las personas a quienes las cosas materiales les parecen una grandeza, la juventud actual se está volando la barda, y sobre su seguridad en que hay un mundo mejor pero es carísimo, solo puedo cerciorarme de que los tiempos han cambiado y seguirán cambiando, siempre para mal y que, a pesar de mi escasez de sentidos y creencias religiosos, se que el humano se auto destruye día a día y sin quererlo, y que vivimos en un mundo tan racista y materialista, que nuestros jóvenes cada día desean tenerlo todo, solo para recordarles a los que no lo tienen que hay alguien superior a ellos, solo por el simple y entupido hecho de poseer algo material: Desde un Ipod hasta una computadora. Desde una bicicleta hasta un automóvil… Desde los cigarrillos hasta las drogas… Desde lo que no debería ser hasta un mundo mejor que es carísimo... y que mantiene vacías las cabezas de los jóvenes de ahora, que pertenecen a un mundo material que los suple hasta a ellos mismos.

YO FUI UN NIÑO PÍPIRIS


Yo fui un niño pípiris. Más pípiris que náis. Con un jardin enorme lleno de juegos, aunque claro está, nunca como Neverland, que ni fui pariente de Michale Jackson y aún no me daba por aquello de las promiscuidades, pero a lo que estabamos: Que yo fui un niño pípiris, vestido con conjuntos de telas españolas y zapatos lustrosos, comiendo con diferente cuchillo y tenedor por cada platillo, bebiendo el té a ciertas horas, durmiendo temprano y siendo instruido con profesores particulares que me adentraron a las artes. Coche del año, los juguetes más caros, viajes al extranjero… y de pronto al paso de los años ese niño pípiris se fue para hacer llegar a alguien Náis...

(Jamás lo pude terminar)