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viernes, 28 de enero de 2011

LAS SOLEDADES


Uno siempre va caminando solo y es así, solo, llegando siempre a alguna parte, que se topa con más soledades:

La de la mujer que llega al café, desconsolada, tratando de pedirse ayuda a si misma, o el hombre que llega, toma asiento, ordena un spaghetti, lo devora y después simplemente abre una bolsa de nylon negro y extrae de ella una revista la cual comienza a hojear hasta encontrar en ella algo de su satisfacción para leer. Se come por lo mientras un pan.

En el mismo café también está la mujer del rincón, la cuál no cesa de prender fuego para encender un cigarrillo y fumarlo mientras observa con detalle a los demás preguntándose ¿qué harán? ¿Porqué están solos y porqué están acompañados?

Hay una soledad que es la del hombre delgado que, serio, observa por un momento a su alrededor llevándose la mano a la quijada, tocando sus labios con el dedo índice mientras medita para entonces bajar la mirada y volver a comenzar a escribir. ¿Será un poeta…?

Y el hombre que lee la revista mi miera, la mujer que ha encendido su cigarrillo y no para de fumar me observa y el hombre que escribe me ve mientras que yo, intimidado, solamente me limito a escribir sobre ellos y sus soledades, tomando como cómplice a la soledad misma que esta tarde, en este café, también a mi me acompaña.

Sanborn's, Centro Histórico de Puebla.
Septiembre 19 del 2002

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