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miércoles, 26 de enero de 2011

Introducción de POESIA DIVINA, 2005



¿Por qué Dios mío?
¿Porqué para mirar a Dios no basta cerrar los ojos
Y para sentirlo no son suficientes las palpitaciones del propio corazón?
¿Y por qué para implorarlo se tiene que recurrir a oraciones estereotipadas
Que tratan de limitar la omnipotencia de Dios?

Guadalupe Amor
Yo soy mi casa, 1957



¿A qué se debe mi negrura?
¿A qué mi filosofar y constante pensar en todas las cosas?
Mis días son taciturnos, mis noches seductoras, solo me embriago de sueños, de anhelos, de imágenes, de lo que podría ser, lo que es, lo que fue y lo que pudo haber sido. Y de entre tantos sucesos que narran mi vida para mal, trato de encontrar a un culpable, al causante de toda mi pena, de todo mi llanto, y me encierro en un círculo de angustia al no poder encontrarlo.

Una vez, hallándome en el mismo circulo, enfocándome solamente en el delirio de mi confusión, hallé culpable al ser mas invencible, al personaje mas misterioso y omnipotente que existe en la vida de cada ser humano: DIOS. Ese todopoderoso temido y a la vez, en aquél entonces, culpable de toda mi amargura, de todo mi desencanto, de todo mi dolor, de todo mi llanto, de toda mi tristeza, de toda mi apatía, de toda mi crueldad, de todo mi holocausto, de mi soledad, de todo y más, reducido a mi negrura.

Desde niño mis desvelos siempre han sido constantes. Jamás he comprendido mi afán por mantenerme despierto. Quizás todo se deba a que l anoche es oscura y mi vida está destinada también a la soledad de esa oscuridad. Esa oscuridad hecha de negrura, de abismo, de humo, de tedio y miedo, de angustia e insanidad. Negrura honda que constante hace que ideas optimistas y alegres sean devoradas por la ambigüedad de la negatividad en mi constante pensar.

¡Qué negrura tan voraz y llena de crueldad!
¡Y qué angustia el tener que pensar!
Pues no llego a nada pensando en todo
Y me vuelvo nadie creyendo que soy alguien
(Tratando de entender quién soy)

Quizás de mis pensamientos parte toda mi incertidumbre, de ahí, de esa incertidumbre, parte el tedio de todos mis males que, de ser tantos, más que extraños ya son normales puesto que soy un ser que confunde, ya que formado estoy de la confusión, de la sublime nada, del angustioso todo.

A veces me pregunto si a mi me angustia todo ¿qué le angustiará al todopoderoso? Quizás nada, porque el poder mas que oscuridad brinda luz eterna, como eternas son las latitudes de lo que conforma mi esférico mundo lleno de holocausto y oscuridad redonda. Y así como unos brillan con luz propia yo me opaco con oscuridad que circunda en un abismo que hiere y que algunos llaman “mundo”, aunque en veces pienso que a pesar de habitar en este mundo yo soy de otra dimensión. Quizás me he perdido en el trayecto hacia donde pertenezco y es por eso que aquí nada me conforma. Todo se me hace eterno, oscuro, porque la dimensión a la que pertenezco está formada, comprendida, por más luz. Una luz resplandeciente que puede cegar a cualquiera de este mundo menos a mi, que pertenezco a ella y que, por lo mismo, en ésta tierra en la que habito todo me resulta oscuridad.
Pero todo es un quizás porque al pensar descubro que soy más terrenal que cualquier otra criatura y que es por eso que todo me afecta. Por eso me lastima tanto que en todo solo encuentre la nada… y por hallarme en la nada, a oscuras, pensando en todo, sufro eternamente y busco un culpable. Ese culpable de mi angustia tan ajena al mundo y lo que lo conforma, el culpable de que mi ser, hecho de carne y hueso y destinado a la luz eterna, solo conozca la locura que se vive en la penumbra… Y en la penumbra no puede existir Dios.

Resulta tan irónico que yo viva en la penumbra y haya escrito tanto sobre Dios en mi poesía… Más irónico es que, aún sin creer en Él haya sido Dios mi trampolín hacia las liras, hacia la poesía, hallándolo culpable de los tormentos de mi tedioso ser. Y lo hallé culpable porque al no existir a quién culpar en lo palpable, lo terrenal, me transporté hasta lo intocable, hasta lo celestial.

¿A qué se debe mi negrura? ¿A qué mi locura? ¿A qué todo el mal que me aprisiona?
Mis dudas, mis tormentos, mi tan mencionada angustia y mi tan auto mancillada pureza se debieron siempre a algo. Fueron causadas por alguien y al no encontrar a nadie, al pensar tanto, una y otra vez cada noche, en la oscuridad eterna, mi honda negrura me llevó hasta Dios y en un desafío causado por mi, en el que por lógica yo salí perdiendo, solo pude culparlo a Él.

Quizás muchos humanos alguna vez se atrevan a acusarme por el atrevimiento pero lo cierto es que la falta de fe en Dios, el no creer en Él, mucho se debe a la negrura, al pensar constante en las cosas que nos afectan de una u otra manera y al tratar de hallarle un sentido al sufrimiento. Lo se porque es a ello lo que se deben mis primeras acciones de protesta y odio hacia Dios, en mis inicios en la poesía, aunque claro, al haberme sabido perdedor en esa guerra que yo declaré, me hallé perdido dentro de mi propia incertidumbre. Justificar a ambos lados

El tiempo ha pasado y por mucho me olvidé de Dios hasta que él y yo nos reencontramos en la misma oscuridad, la misma negrura abrumadora y voraz en la que todavía me encuentro. Nuestro misterioso reencuentro fue fugaz pero me llenó de paz, una paz insólita que he tratado de descifrar y por más que intento simplemente no puedo. De ese reencuentro nacieron preguntas nuevas que aún no tienen respuesta, pensamientos que aun no comprendo y aunque ahora no hay una guerra declarada entre Dios y yo, y aunque aún no se, no comprendo, a que se debe mi negrura, mi locura, mi filosofar, mi constante pensar en las cosas ni todo el mal que me aprisiona, trato de abrirme al mundo terrestre con menos temor que el de antes pues quizás desenvolviéndome en él y olvidándome de la dimensión a la que tal vez en verdad pertenezco pueda encontrar la respuesta a mis dudas ya sea pensando o filosofando o viviendo y descubriendo mientras una nueva angustia nuevamente me aprisiona, me atrapa: La angustia de descifrar a Dios, porque más que la angustia tediosa de querer descifrar la negrura de mi existencia, resulta aún más intrigante y a la vez dolorosa la angustia de tratar de descifrar la existencia de Dios en mi negrura.

9 de mayo del 2005
03:55 AM

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