.

.

jueves, 2 de agosto de 2012

CASA REDONDA TENÍA...



No se cómo fue, ni cuando, ni de qué manera. Lo cierto es que desde que tengo uso de razón -hasta donde lo que me interesa recordar de mi pasado me permite- todos los sucesos de mi vida, en mi mente, han estado musicalizados como si el sonido incidental fuese pieza no solo elemental si no fundamental de mi vida. Y es que a decir verdad desde adolescente siempre he hecho recuento de las canciones del soundtrack de mi vida: esas canciones que morirán en mis listas de reproducción a la vez que yo parta de éste mundo, pero no solo las canciones o los soundracks para cada suceso vivido con los demás o a solas tiene un ritmo. Hay otra música, la que siempre, desde mi infancia, está conmigo retumbando en mis cabeza, musicalizando mis pensamientos, mis ideas, mis enojos, mis felicidades, entonando el bajar de unas escaleras, el intrigar en alguna reunión, el haber reprobado algún exámen en el colegio, tener miedo, tener fe.... Toda emoción, cada movimiento hecho por mi cuerpo, cada incidente, tienen su propia musicalización, y fue así, musicalizando mi vida desde siempre, que comienzo con mi décima favorita de la undécima musa, estallando así -por fin- mis sentidos, mis fantasmas a punto de liberarse por medio de poesía desgarradora que desde hace más de una década me libera, musicalizando no solo mi vida con temas incidentales, si no también las palabras de otros, las propias, con mi voz, con el sonar y retumbar de los genios que para fortuna de todos vuelven el ruido en melodía.


No hay comentarios:

Publicar un comentario