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lunes, 24 de septiembre de 2012

PRIMER PASO CAMINO A LA DIVINIDAD





          Sucede que vivimos en un esférico mundo inundado de cosas, entre ellas todas aquellas superficialidades que nos hacen vivir al ritmo del reloj que nos implantaron, de la gente a la que tenemos que satisfacer y agradar, de "salir adelante" e
conómicamente por lo mismo y somos víctimas de las injusticias causadas por nosotros mismos.


A veces me pregunto ¿Vale tanto la pena rodearse de gente que no vale la pena? Porque a decir verdad aunque a nuestro lado hayan decenas de personas haciéndonos reír, llorar, gritar, enfurecer, soñar y amar, lo cierto es que casi siempre el 90% de ellas no habrán significado absolutamente nada en nuestras vidas, aunque tengan todo el dinero del mundo, aunque las creamos superiores a nosotros, puesto que siempre llegará el momento en que las conozcamos bien, tan bien, que solo sentiremos por ellas uno de los peores sentimientos humanos: LASTIMA, porque no son nada, nunca han sido nada y jamás serán nada, mientras no activen su razón con el corazón, mientras no se creen un propio pensamiento, mientras no puedan filosofar EN SOLEDAD por 24 horas, solitari@s, y tengan un momento de iluminación. Pero ¿Qué es lo que hace iluminarnos? ¿Que es lo que hace que tengamos los pensamientos en la cabeza? ¿Qué provoca que filosofemos? ¿Cómo nace instintivamente esa necesidad de abandono superficial para el encuentro espiritual? 
Nace de la conexión de la vista con la mente y el corazón.
Distinto es ver, distinto es mirar y mucho más observar,
pero de la vista, la mente y el corazón, unidos, nace la contemplación. Y ese es el primer paso en el camino a la divinidad.

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