Nacerán en mi nuevos amores
nuevas rutas recorreré
adiós corazón, penas y sinsabores
que al salir el sol yo me iré.
Y nunca mas volveré.
TEN MUCHO CUIDADO CON LO QUE PRUEBAS EN MI DULCERÍA, PORQUE TE PODRÍAS INTOXICAR.
Hago cuenta de todo. Miro a mi alrededor, por todas partes, y me doy cuenta de que no me queda ya ni un solo amigo. Creo que nunca lo he tenido.
¿Qué es lo que me afecta? ¿Por qué me afecta? Hay en la vida tantos motivos para aguardar, esperar, y al mismo tiempo tantas razones para desesperarse. Y a veces esas razones son los propios motivos. Eso que hemos hecho esperar tanto es lo que nos hace estallar con desespero.
A veces pasa que el holocausto llega a nuestras vidas cuando menos lo esperamos. Cuando estamos seguros de que las cosas marchan bien, de que así seguirán y que la vida en ciudades tan lejanas y pequeñas como esta, es mucho más lenta que las manecillas de un reloj.
Me siento tan solo aquí y a donde quiera que vaya… Aunque muchos aseguran que temen a la soledad yo voy de la mano con ella y aún no me puedo acostumbrar. Hay días en los que me doy cuenta que sigo hablando solo, en mi mundo, acerca de cosas que solo forman parte en ese mundo que me he construido y por el cuál vivo más en ficción que en la realidad, que es mucho más caótica y a la cuál tampoco termino de acostumbrarme.
Tengo unas ganas inmensas de irme hoy, pero me pregunto a donde, con quién y a qué… Y por las mismas razones no encuentro razón para quedarme. Mi mente es un nido de confusiones que se está volviendo una red, una telaraña monstruosa de miedos y sin sabores. He desperdiciado mi vida, he desperdiciado mi tiempo, al menos en la vida real. En mi mundo he hecho demasiadas cosas grandes, insólitas, pero que solamente en él cuentan, no en el de alguien más. Las ganas de morir han vuelto… Las ganas de escapar… Las ganas de abandonarlo todo si a final de cuenta con mi pasado ya he limado asperezas, he hecho las paces… Quiero llorar… Quiero gritar… Quiero correr… Quiero escapar. Y me consuelan mis propios consejos: HAY QUE IRSE SIN TEMOR A PERDER… HAY QUE MARCHARSE DISPUESTO A GANAR… QUE EL MOMENTO MÁS OSCURO DE LA NOCHE ES CUANDO YA VA A AMANECER… Solo… Porque al mirar a todas partes no tengo a nadie. Estoy completamente solo.
Parece haberse detenido el tiempo,
Cada minuto, mi dulce exaltación,
Proveniente de la extraña excitación
Que se expulsa, cruel, con temperamento.
¡Hay de mi holocausto en cada momento!
Dulce penar de mi eterna fantasía,
Daño cerebral te brinda alevosía
En el dulce penar del firmamento.
Evades mi pregunta, pensamiento:
¿Cómo es que todavía amo a la que lloro
Si olvidarla es lo que yo más imploro?
Brinda pues mi ser traviesa ternura,
Envuelto en el fulgor de la locura,
Locura que odio y que a la vez adoro.
Hace mucho que no me detenía a pensar las causas por las que uno decide fumar – sea lo que sea- y después arrepentirse, por muy pequeña que sea la causa, de las consecuencias de los vicios y las adicciones.
La Marihuana ha causado en mi demasiada relajación que antes parecía exaltación inmediata, principalmente en la cama, donde las relaciones suculentas del fornicar te ponen a prueba.
Hacía mucho que no me sentía así, quizás porque la fumé en solitario, sin la remota idea de que me relajaría tanto que no podría responder.
He llegado a casa, a escribir esto, a lo que titulé voluntad, puesto que al sentarme a encender el ordenador sentí una energía tal que yo mismo me la transmití en el corazón y me vino a la mente que deseo paz… Paz a los hombres de buena voluntad… Y voluntad, haciendo un recuento de lo que ha sido mi vida, voluntad, es de lo que carezco.
21 de junio del 2011
18:45 PM
Hay un mundo mejor pero es carísimo. Cuando oí decir eso a un chico de 19 años no pude evitar el preguntarme en qué mundo vivimos que vale tan poca cosa. ¿Cuál es ese mundo mejor que es carísimo? ¿Cuál es el mundo ideal de los adolescentes de 19?
Alguna vez tuve 19 y fui adolescente. Debo confesar que en aquél entonces, al igual que todos los jóvenes de esa edad, estaba inconforme con el mundo. Inconforme con tener que uniformarme para tomar la primera clase a las 7 de la mañana. Inconforme por querer beber, fumar e ir a fiestas y que mis padres, católicos de corazón y por convicción, se opusieran por temor a que me descarriara y fuera la comidilla de sus amistades. Debo confesar que, a los 19, para mí no había un mundo mejor si no un mundo ideal lleno de irresponsabilidades, con dinero suficiente para subsistir, para viajar. Quizás esos ideales se deban a que soy un escorpión y a que nací en el año del caballo, que de por sí es descarriado y busca escapar lejos… Me detuve ahí: en lo lejos. La juventud actual quiere llegar lejos. Lejos y de modo hedonista y a su conveniencia, pero eso no es posible en este mundo, el que no es mejor ni peor pero que si inspira a los adolescentes de hoy en día a querer un mundo mejor, el cual, si los que estamos cercanos a los 30 y los que ya pasan de ellos, lo analizamos, es un mundo materialista el cual nuestros padres –e incluso los de esos escuincles de 19- siempre se han rehusado a ofrecer –en la mayoría de los casos.
Con el surgimiento del apogeo del mundo cibernético, la juventud está menos confusa pero al mismo tiempo se han vuelto más fríos y materialistas debido al futuro incierto que a ellos no les importa a no ser por la tecnología. Los de 19 buscan el mundo mejor, ese mundo lleno de ropas de diseñador, juegos, aparatos electrónicos y demás cosas con valores asombrosos, ya sea por presuntuosos o porque es una forma de calmar su ansiedad. No hay joven que no quiera un Ipod con todas sus funciones aunque no las utilice y que solo desea ponerse ropa de diseñador porque de otra manera parecería pordioseros. Esos jóvenes existen! Sus amistades son cibernéticas. Es más, hasta los psiquiatras y los psicólogos peligran pues su trabajo poca falta les hace a esos chicos que encuentran alivio y descargan todos sus miedos, felicidades y confusiones frente a un monitor carísimo que los demás les envidian. La verdad es que no se como explicarlo, pero la tecnología está haciendo que los humanos, sin necesidad de un chip, nos estemos volviendo robots… Y vuelvo a meditar el comentario: “Hay un mundo mejor pero es carísimo”… Ya de por si el mundo es caro… y me atrevo a asegurar que los jóvenes de hoy en día disfrazan sus palabras para no decir: Solo deseo lo que cuesta demasiado dinero y nadie más pueda tener, y si me preguntan si a caso yo no pienso así, juro por lo más costoso que poseo que no es así y nunca ha sido así. En mis tiempos no se veían semejantes cosas.
Aún existimos a quienes las cosas materiales se nos hacen una minundencia y aunque siempre han existido las personas a quienes las cosas materiales les parecen una grandeza, la juventud actual se está volando la barda, y sobre su seguridad en que hay un mundo mejor pero es carísimo, solo puedo cerciorarme de que los tiempos han cambiado y seguirán cambiando, siempre para mal y que, a pesar de mi escasez de sentidos y creencias religiosos, se que el humano se auto destruye día a día y sin quererlo, y que vivimos en un mundo tan racista y materialista, que nuestros jóvenes cada día desean tenerlo todo, solo para recordarles a los que no lo tienen que hay alguien superior a ellos, solo por el simple y entupido hecho de poseer algo material: Desde un Ipod hasta una computadora. Desde una bicicleta hasta un automóvil… Desde los cigarrillos hasta las drogas… Desde lo que no debería ser hasta un mundo mejor que es carísimo... y que mantiene vacías las cabezas de los jóvenes de ahora, que pertenecen a un mundo material que los suple hasta a ellos mismos.