Yo fui un niño pípiris. Más pípiris que náis. Con un jardin enorme lleno de juegos, aunque claro está, nunca como Neverland, que ni fui pariente de Michale Jackson y aún no me daba por aquello de las promiscuidades, pero a lo que estabamos: Que yo fui un niño pípiris, vestido con conjuntos de telas españolas y zapatos lustrosos, comiendo con diferente cuchillo y tenedor por cada platillo, bebiendo el té a ciertas horas, durmiendo temprano y siendo instruido con profesores particulares que me adentraron a las artes. Coche del año, los juguetes más caros, viajes al extranjero… y de pronto al paso de los años ese niño pípiris se fue para hacer llegar a alguien Náis...
(Jamás lo pude terminar)
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