Hay vidas que son como los ríos, que poseen un caudal determinado y fluyen con continuidad hasta desembocar en mares, lagunas o incluso en otros ríos, pero también hay vidas que son como los lagos, a veces dulces, salados, salobres, que se crean de depresiones, de impactos, que permanecen tranquilos por fuera pero por dentro pueden ser tan turbios como los ríos, que son engañosos a pesar de parecer inofensivos. Aunque hay admitir que siempre los hay tempestuosos y sucios, que dentro de sí solo tienen estiércol, basura, porquería. y así, como puedes ser esos lagos, como creemos que pueden ser los ríos, también son las vidas de algunos, que creen que como esas inmensidades de agua engañosa llegarán a fluir por presas, hacia jardines, para embellecerlos al nutrirlos y hacerlos florecer, opacando así la profunda calma del inmenso lago. Gente que deja correrse en las calles, en las oficinas, las escuelas, en la vida... Con la misma intensidad, con la misma monotonía, pero empudreciéndolo todo inofensivamente.
La señorita Adelina Garza tiene cuarenta y cuatro años. Hay quienes rumoran que en realidad es mayor, algunos que su edad es inventada, otros que pareciera de edad indefinida, pero lo cierto es que todos opinan, en mayoría, que tiene entre cuarenta y cinco y cincuenta y seis, aunque a decir verdad, por su aspecto, levanta demasiadas habladurías en el pueblo. Tanto buenas como malas, porque los que vivimos en el pueblo -y solo quien ha vivido en pueblos provincianos ha de comprenderlo- no decimos falsedades ni mentiras, pero tampoco todo lo que se rumora es cierto, pues un comentario se vuelve charla, una charla chisme y todo chisme tema de conversación -siempre y cuando el implicado esté ausente-, y eso lo sabe a muy bien la señorita Adelina, quien gusta de destruir a la gente que no está presente con sus amistades. Amistades que también son destruidas en sus ausencias, porque a la señorita Adelina no le importa qué tan allegado a ella sea uno, no. Escupir ponzoña y veneno, criticar a los demás y juzgarlos prejuiciosamente es su único deporte y que hacer favorito en la vida. Ella es auténtica porta voz de toda infamia surgida y voraz al despotricar por su boca todo el veneno que surge de su alma, eso sí, siempre anteponiendo por adelantado un "aquí entre nos" "aquí en confianza" o un "lo se de muy buena fuente" por lo que ella mejor que nadie es imagen viva de lo que relato y vivencia total de a lo que me refiero.
De tez apiñonada y rostro simple cubierto por notorias pecas, ojos grandes y alegres, nariz afilada y boca grande, de labios gruesos sin forma, que pareciera un deforme elástico cuando está seria; chaparra -quizás de puntas alcance a medir 1.65-, cabello ondulado, rojizo, de risa escandalosa y exagerada y dentadura que deja ver con notariedad que le faltan las segundas premolares de la dentadura y cubiertos de frenos el resto de sus dientes, La señorita Adelina siempre viste de colores vistosos que, a pesar de la fuerza de su colorido y estampados de cada vestimenta, dejan notar su buen gusto, aunque cada prenda desentone con su pequeño y deforme cuerpo así como con su edad.
Es tan comprensible toda la amargura que destila a pesar de quererla esconder bajo ropas vistosas, accesorios excesivos, risas escandalosas y habladurías de todos los demás... Porque dentro de tanto dolor, de tanta soledad, de tanta auto compasión, hay un infierno abrasador que al mismo tiempo la calcina y la motiva, como si cada día, cada hora, en cada aliento, la oportunidad que nunca llegó aún pudiera llegar... Por eso aún sueña con las mismas cosas que soñó cuando era adolescente... Por eso, a lo mejor, en esa edad, en ese tiempo, inconscientemente se estancó... porque a decir verdad hay vidas que son como los ríos, que poseen un caudal determinado y fluyen con continuidad hasta desembocar en mares, lagunas o incluso en otros ríos, pero también hay vidas que son como los lagos, a veces dulces, salados, salobres, que se crean de depresiones, de impactos, que permanecen tranquilos por fuera pero por dentro pueden ser tan turbios como los ríos, que son engañosos a pesar de parecer inofensivos y que se estancan permaneciendo en un solo lugar, embelleciendo aparentemente su entorno, aunque por dentro, contaminándose con el paso del tiempo, ya estén podridos.
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